Delante del espectador, Ta gueule coloca a cuatro niñas que con su presencia, el juego y el baile se enfrentarán al adulto que está mirando. Ta gueule explota este vínculo (casi) imposible entre la edad adulta y la infancia, entre sus pasiones. Opone al adulto que mira (siempre queriendo saber e interpretar todo con su lenguaje) con el mundo inconmensurable, despreocupado y sin palabras de la infancia.

En la pieza no intentamos dar una mejor definición de la infancia (¡impulso adulto!), sino que tratamos de respetar sus modos de hacer, sus cuerpos y, sobre todo, su energía abrumadora.

En Ta gueule, este grupo de chicas no solo se relacionará con el mundo adulto del espectador, sino que también se encontrará con el lugar donde vive un niño. En este lugar (aparentemente sin vigilancia por adultos), los niños tendrán que relacionarse con su próximo avatar, el joven que sabe que ya no es un niño. Esta figura (encarnada por el dramaturgo de nuestra compañía) trata de negarse a sí mismo la entrada a la edad adulta y tratará de eludir la responsabilidad de apropiarse del mundo. Las niñas serán las que desafiarán, en escena, el culto contemporáneo de la juventud y romperán con estas historias.